27.8.10

veintisietedejuliodeldosmildiez

 -No me sueltes, no me sueltes, no me sueltes-, piensa ella mientras él desprende sus manos de su cuerpo. Se aleja, se aleja, se va, se fue. Ella llora, grita, se tira al suelo y sigue llorando. Siempre temió quedarse sola, siempre le tuvo miedo a la soledad.

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