28.6.10

la locura es poder ver más allá














Qué increíble el amor que un ser tan pequeño como el de la fotografía te puede transmitir.

27.6.10

la

 A la vista de todos y de nadie se hallaba ella, pálida y cálida al mismo tiempo. Sus ojos eran más que dos luces por donde mirar. Su nariz enfríaba a aquel verano que impedía a las mentes murmurar. Su cabello arrastraba al mundo entero, lo amarraba, lo asfixiaba. Y ella, creyendo ser una pequeña demostración de la inocencia, no sabía que sus manos pudieron matar mil veces y más, alguna vez.
Allí vivía, un poco lejos de la ciudad y de las voces. Ilusamente feliz, pasaba las tardes leyendo y cantando melodías inventadas por el mar. Por las noches sus ojos no querían apagarse, sus párpados se resistían al deber onírico. La oscuridad le penetraba los poros, le hacía retorcerse de mierdo, pero en alguna otra parte, también de placer.
-Ya es hora- pensó, e inconscientemente, sin siquiera sentirlo, ella ya estaba de pie, en busca de algún camuflaje ante cualquier pensante que esté besándose con la noche.
Salió de prisa, disfrazada de sombra tenue, con la mente en otro lado y el alma poseída. No tenía otra alternativa por la cual optar, por lo tanto comenzó con su trayecto hacia donde quién sabe le había ordenado que vaya a abrazar. No tuvo el placer de sabeNr quién era la víctima, pero quién sabe le había enseñado que mejor no pensar antes que dejar de accionar.
No duró mucho la caminata, pues sus piernas corrían a tal velocidad que eran casi imperceptibles. Encontró a aquél hombre, gris por los años, triste por la soledad. Hombre que lloraba a sus muertos. Hombre que se lloró a sí mismo cuando la muchachita lo encontró e inmediatamente lo abrazó, con sus manos heladas que lo hicieron temblar y delirar por unos pocos segundos.
Ella volvió a su hogar, con la mente en silencio, y los ojos nuevamente luminosos, queriéndose cerrar esta vez. Durmió durante horas, y al despertar, sintió el mismo vacío que todas las mañanas. Ese vacío que le indicaba que nadie es inocente, pero que ese era su deber, el deber de marcar el último suspiro de todo aquél que ya cumplió con su vida.

Instrucciones para ser impuntual (taller de literatura)

Este ejercicio consistía en hacer instrucciones (tema a elegir) al estilo Cortázar, pero, a nuestra manera. Aquí vamos:

Levantarse, desde ya, es lo primero en lo que debemos retrasarnos. Utilice excusas tales como el mal funcionamiento del despertador, o si bien, la extraña actitud de la almohada al ahogarlo. Una vez que se desprenda de aquellas garras tan alcochonadas y tibias, juegue a vivir en cámara lenta, sea despistado. No olvide de realizar todo lenta y minuciosamente. A la hora de vestirse, transfórmese en una típica adolescente a punto de salir con el guapetón de quinto año. Dude de cada prenda, subestímela. Eso sí, fíjese cómo está el clima antes de decidir con qué arroparse. Coma todo lo necesario para luego no poder caminar. Prenda el televisor, lea el diario, infórmese; no vaya a ser que salga de su casa sin saber las nuevas. Busque dinero, lo que necesite, llaves, teléfono, documento, pasaporte... lo que quiera. Salga de su casa como si fuese un 30 de febrero, una época bien vacacional e inexistente. Debe haber alguna vidriera de la cual aferrarse para no salir nunca. Sea convencido por usted mismo de que tiene tiempo de sobra, tal como lo indica el reloj de su mano derecha. Aquí no existe el tiempo, así que no se preocupe, en algún momento va a llegar.

metiendo palabras (ejercicio taller de literatura)

 Miré y no encontré aquello que buscaba. No sé si fue mi indiferencia, o quizás las sombras que adormecían mis prendas íntimas. La ingenuidad que hace años luz me invadió, ya desapareció por completo de mis recuerdos. Ahora todo es verosímil, y el cazador oculto me ocultó de la mentira. Mentira era todo aquello que alguna vez me hicieron creer. Juré no volver a buscar, pero hoy desperté e indudablemente, dios nos salve, miré. Las sombras me desvistieron, nuevamente. Las luces dejaron de cegarme porque simplemente desaparecieron. ¡Guarda con los gigantes!- oí gritar a lo lejos. No supe si correr, si esconderme, si dormirme. Opté por quedarme sentada, ahí mismo, con los ojos aún abiertos. ¿Qué será de mí? no puedo evitar quedarme quieta, el paladar me lastima de tanta sequedad, y la lengua que solía humedecer, simplemente está dormida. Dormida al igual que yo, durante tanto tiempo. A veces extraño esos días; nada importaba. Los sueños eran más utópicos que nunca, la anestecia que éstos me inyectaban impedía la visión de lo real. Mis párpados, quietos. Mi postura, siempre doblada. Los labios, siempre cerrados. Y él, tan lejos. Sin embargo, yo no lo extrañaba. ¿De qué me servía? Él huele a frituras, y eso me da repugnancia. Era sucio, despistado... vivía en la otra dimensión. Pero en el fondo, sé muy bien que yo lo quería poseer. No había motivos por ello. No había explicaciones, nunca las hubo para mí. Nadie supo responder mi grito de guerra, nadie quiso recurrir a mi salvación. Y sigo acá, tan perdida, incoherentemente perdida y encontrada, sólo dentro de este sueño, esta incertidumbre tan onírica.


(El ejercicio consistía en escribir lo que salga, y en ciertos momentos las profesoras decían una palabra que instantáneamente tenía que ser utilizada en el texto. No me gusta mucho como quedó)

18.6.10

dreams

 Soñaré con árboles violetas, con lunas de cartón. Un cielo que se abre, un respiro que es eterno, mientras que la tormenta mentirosa invade mis labios, haciéndolos callar. Si el invierno no aparece, si el verano se enloquece, todo sigue igual. Aquí no existen duendes, no existen las pasiones, ni lugar donde mirar. Y sin embargo, mis ojos siguen abiertos, mi boca sigue cerrada, mi paladar está seco, y sólo quiero gritar que estoy harta de callar.
Las palabras perdieron su significado, el abecedario se mezcló, los minutos ya no existen y por ende el tiempo es invisible.
Pensar ya me satura, la incógnita es siempre es la misma; ¿Qué será de mí?, a cada parpadeo, dónde está la voz que solía susurrarme, dónde estaré yo, cuándo despertaré.

12.6.10

La casa del rock

Qué cosa podría ser más bella que una velada con amigos, un viernes, acompañados de unos cuantos paquetes de fideos, unas cuantas cervezas, y por supuesto... unos cuantos vinos. Y de más está decir que con buena música de fondo.

Los invito a que visiten http://elblogdelacasadelrock.blogspot.com

1.6.10

good night

No sé por qué será que últimamente me quedo dormida en todos lados. En el 127 un domingo gris, volviendo desde Villa Urquiza a San cristóbal. Sí, está bien, todo el mundo se duerme en un viaje tan largo de bondi, pero yo no, nunca. Después, en la mayoría de las clases: inglés, físico química, música, entre otras. Y no, no es porque me aburra, sino que estamos en cierres trimestrales y no hacemos nada, ni por voluntad ni por obligación. Entonces, ¿qué más da? me voy a dormir. Por ejemplo hoy lo hice abajo del escritorio marrón de la profesora. Es más acurrucador. Me gustó, me gustó.
Sí, también sé que este es un tema muy poco desarrollable porque es algo tan común, dormir. Dormir a la noche, a la tarde, a la mañana, en clase, en el trabajo, en el subte, en el colectivo, en la puerta de una casa, en una cama ajena, en una fiesta fisurado, en la bañadera, en todos lados. Y si me preguntan por qué escribo sobre esto... es porque no puedo dejar de escuchar la canción "good night" de los beatles. Simplemente no puedo. Su melodía me hace sentir como en el principio/final de esas películas que te dejan pensando y/o llorando, -mis favoritas, por cierto-. 
Además, dormir es lo mejor que nos pasó, sobre todo en esta época del año en la cual necesitamos "desconectarnos" un ratito ya sea de la rutina, de las responsabilidades... de la realidad. Qué más da, buenas noches, señor/a blogger.