29.8.10

te odio, lunes

  Estuve considerando correr a toda velocidad hacia una pared, cosa de quedarme inconsciente, así me internan. Entonces, yo me estaría recuperando un día jueves a la noche, por lo cual al día siguiente sería viernes, y todo sería estupendamente estupendo. Así es.

27.8.10

aabdjgkihaaf

  El frío, la noche, buenos aires. Un día llamado viernes, un estómago lleno y expectativas. Planes, planes, y más planes. El fin de semana parece ser eterno, pero todos sabemos que es tan efímero como los sueños.
Tengo que tomarme el colectivo, allá me esperan.

veintisietedejuliodeldosmildiez

 -No me sueltes, no me sueltes, no me sueltes-, piensa ella mientras él desprende sus manos de su cuerpo. Se aleja, se aleja, se va, se fue. Ella llora, grita, se tira al suelo y sigue llorando. Siempre temió quedarse sola, siempre le tuvo miedo a la soledad.

23.8.10

consejito del día

  Pensar te hace mal. ¿Te hace mal?
¡Te hace bien!

tiempo: presente

  Amarte. Amarte a veces es difícil, pero yo persevero. Yo creo. A veces sueño con el típico sueño que muchas sueñan. Sí, una casa grande, un jardín, cinco perros, siete gatos y diez hijos. Pero a mí no me importa nada de eso. Yo sólo quiero amarte hoy, ahora. Y mañana no me importa. Mañana es un eco de lo lejos que está. Mañana es inalcanzable hoy. Hoy me quiero preocupar por hoy. Hoy me preocupo por vos, por nosotros. Hoy somos dos, y quizás mañana sea yo y tu recuerdo. Por eso me gusta vivir el presente. Por eso no te quiero dejar ir. Por eso. Así mañana y pasado mañana también, estás conmigo.

roptura

  ¿Vieron esa clase de días en los que no querés saber nada con el mundo, y sólo necesitás dormir? Así me sentía yo. Iba viajando en la línea A del subte, rumbo a la estación Saenz Peña. No estaba colapsado de gente, pero tampoco vacío. Sólo me quedaban por delante dos estaciones hasta bajar.
En un momento, miro al espejo para arreglar mis pelos -que siempre están desastrosos-, y los veo a ellos. Debo admitir que confundí totalmente la situación. Eran una chica y un chico que se asemejaban a una de esas parejas tan clásicas que uno ve cotidianamente. Creí interpretar en los ojos de ella, amor, nada más y nada menos que amor. Sus cuerpos estaban cerca uno del otro... pero no, no puedo afirmar que ellos sentían amor. Tampoco puedo negarlo porque la verdad es que no lo sé. Pero sí pude oir que ellos estaban discutiendo sobre una mentira, y ese fue el momento en el que comprendí que los ojos de la muchacha se veían decepcionados mas que enamorados. Sí, como les digo, ella estaba decepcionada. Le escuché largar expresiones tales como:

- No puedo creer que me digas esto
- ¡¿Cómo voy a mentirte con algo así?!
- No, no... no lo puedo creer
- Pero, ¿Qué te pensás, que estamos en una telenovela?
- ¿Cómo les voy a inventar que estoy embarazada?
- Me duele que me digas esto
- ¿Y cómo querés que me ponga?
- No, ya está, no quiero saber más nada con vos
... etcétera, etcétera, etcétera. Pude imaginarme la "novela" de la que ella hablaba, irónicamente, pero no era para nada verosímil. Se le notaba en la mirada que estaba diciéndole la verdad. Mismo yo pude sentir la decepción y el dolor que ella sentía, tan solo con ser espectadora de la situación.
¡Y el tipo era tan indiferente! Parecía no importarle que la chica tenga la voz quebrada. Se le notaba la perseverancia que vomitaba para tener la razón sí o sí. Me dieron lástima, sobre todo ella. No sé en qué finalizó la discusión. Nunca lo voy a saber, asi como ellos tampoco sabrán  que los grabé en mis papeles y en mi tinta, y que además, son dos personajes más de este pequeño pedacito de mi vida.

eight/8/dosmildiez

  Es verano. No, no es verano, estamos en pleno invierno. Pero hoy es verano. Un verano lindo. Yo odio el verano, pero hoy no lo odio.
El calor no es sofocante, simplemente abriga. Se siente paz al respirar. (En cada respiro, paz, en cada suspiro, tranquilidad). Hasta se escuchan pajaritos. Parece irreal. Me es absurdo el simple hecho de pensar de que hoy es domingo. Y es así, hoy es domingo. Domingo ocho de agosto del año dos mil diez. Domingo ocho de agosto, día del niño. Ya nadie me dice feliz día. Me verán más grande, no lo sé, pero yo tengo la certeza de que soy una pequeña niña. Está bien, una niña no tan niña, pero al fin y al cabo una niña. Como te decía, hoy es domingo. Yo odio los domingos. Hoy no lo odio. La amargura que éste irradia, hoy no me amarga, me abriga. Me abriga como como el calor de este verano que no es verano. Yo odio el verano y odio los domingos. Pero aparentemente, hoy es la excepción. Me gustan los cambios. Pero no voy a dejar de odiar el verano y los domingos. Son lo peor del mundo, aunque hoy no lo son. Hoy me gustan, pero sé que mañana no.





vueltas y más vueltas

la mente de una mujer que evadía

  Él se desvestía frente a mí. Me miraba, solamente me miraba. Yo lo evadía. Me gustaba, sí... pero a lo largo de mi vida aprendí que sólo así me sé proteger: evadiendo. De todas formas, dentro mío irradiaban ciertas sensaciones que yo no conocía. Cuando nuestras miradas se enfrentaban, yo no hacía más que temblar y temblar, pero no, no por miedo ni por espanto. Yo diría que por tentación, excitación e incertidumbre. Mi mente gritaba, hablaba, susurraba, gemía. Simplemente emitía todo tipo de sonidos, los cuales no supe distinguir ni interpretar. No paré de mirarlo. Lo masticaba con los ojos, lo mordía. Pero yo seguía allí, frente a él, sin decir palabra alguna, sin moverme, casi sin respirar.
Sus ropas, una vez tendidas en el suelo, no eran más que trapos amarillentos. Cada segundo restante, se sentía como un pasado lejano. Mi mente no dejaba de hablar, no deja de hablar, ¡Callate, por favor! Apagate, apagate, apagate. Esto no es un ayer, ya estoy acá, no puedo seguir evadiendo, no puedo mirar hacia atrás. Ay, dios mío, ¿Y si nos descubren? ¿Qué pasa? ¿Qué pasa, en qué estoy pensando?
Él comenzó a desvestirme. Él, hombrecito perdido, perdido y solo en su propia imaginación. ¿Qué estamos haciendo? Ay, pero me gusta tanto, tanto, ay, y sus manos, su piel. Sus ojos, sus ojos que miran más allá de los míos. Sus ojos me besan. Su boca me besa, su lengua húmeda, sus labios fríos que adormecen los míos. Dudo y quiero, quiero y dudo, quiero y quiero, pero no... es que tengo miedo. No quiero perderlo. No quiero perderme, perderme aquí, perderme allí. Perderme en el amor. Ay, y si supieran el amor que sentíamos. El calor, el amor, l'amour. La euforia de un pájaro volando. Éramos como dos niños en busca del mundo, de algo nuevo. Pero en el fondo yo seguía evadiendo mi presente, y eso era algo que no podía ocultar. La desilución, el nerviosismo. La lágrimas, ¿por qué seguir así? ¿Para qué arriesgarme a perderlo a él y a perderme a mí? ¿Para qué? Si al fin y al cabo, la vida misma es la que me evade a mí.